Esto empezó hace mucho, mucho antes de que empezara puestos a ponernos crípticos, y puestos a ponernos sentimentales, mucho despúes de lo que me hubiera gustado. Empezara donde empezara acaba hoy en todas sus fruterías y tiendas de cómics; pregunten al frutero por él pregunten, entre los kiwis y las castañas, entre las fresas de temporada y los limones de siempre, entre dos estantes de cosas más interesantes, ahí estará. Yo les dejo leerlo rápido de tapadillo si el frutero consiente; si ya se lo llevan para casa será bajo su entera responsabilidad. Pongo mi empeño pues en usufructo, cuídenmelo. Y pongo el final ahora, en su lugar, creo. Con las gracias que tocan.
De bien nacidos es ser agradecidos, y yo nacer bien nací, mi madre está para dar fe, otra cosa es que me torciera después. Esto de los agradecimientos es para las partes implicadas, desde fuera se puede ver superfluo o incluso pretencioso, pero he pensado que las partes implicadas bien pueden suponer un gran porcentaje de la audiencia, así que yo me lanzo desde ya.
Gracias infinitas a mi familia primero y siempre, por aguantarme tanto y por tanto más, nunca podré agradecer bastante por eso: papás, Paty, Sasa, Elo y Elen, gracias. A mis amigos, en especial a los de siempre, Goyo (siento que la idea de los perritos de la pradera no cuajase), y David. A Ojodepez y toda su gente loca y maravillosa, por hacerme volver y por hacer que me quedara. A los chicos de Gráficos y toda su gente loca y maravillosa también. Eso sí que incluye a Davinchi, claro. A Art Box gracias, por podrirme en el infierno de la envida y animarme a la vez a dibujar en él, por reirse de sí mismo conmigo dentro, por enseñarme que hasta Moebius se equivoca y lo que es un moleskine eterno, por hablar siempre de lo mismo; porque dibujo mejor ahora, gracias. A Javi por darme el link y por su arte hiperrealista y por sus “pites sueltes.” Y a Jorge por subirme al tren.
Gracias.